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CRISTO TE AMA


IntegracionPentecostal - Doctrina de la Iglesia




Doctrina Fundamental de la Iglesia Pentecostal Unida de Venezuela

1. EL ÚNICO DIOS VERDADERO

Creemos en el único Dios viviente, eterno, infinito en poder, santo en
naturaleza, atributos y propósitos,
que posee Deidad absoluta
e indivisible. Este único Dios verdadero se ha manifestado
como Padre en la creación; como Hijo en la redención y como
Espíritu Santo en la regeneración (1 Corintios 8:6;
Efesios 4:6; 2 Corintios 5:19; Hechos 2:4; Tito 3:5).

El primer mandamiento de todos es:
“Oye, Israel; el Señor nues­tro Dios, el Señor uno es…
” (Marcos 12:29).
El único Dios verdadero, el Jehová del
Antiguo Testamento, tomó en sí la forma de hombre, y
como el Hijo del Hombre nació de la Virgen María.
Pablo dice: “E indiscutiblemente grande, es el misterio de la piedad;
Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles,
predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria”
(1 Timoteo 3:16).  “A lo suyo vino y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11).

Creemos que en Jesucristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
(Colosenses 2:9). “Por cuanto agradó al Padre, que en Él habitase toda la
plenitud” (Colosenses 1:19).  Jesucristo en su humanidad era hombre y
en su Deidad es Dios.

2. EL NOMBRE DE DIOS
Dios es conocido como “Elohim”, “Dios”, “El Dios Todopoderoso”, “El Shaddai”, “Jehová”
y especialmente “Jehová, el Señor”, el nombre redentor en el Antiguo Testamento.
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre, Admirable, Consejero,
Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”
(Isaías 9:6). Esta profecía de Isaías se cumplió cuando el Hijo de Dios fue profetizado, “
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo
de sus pecados”
(Mateo 1:21).  “Y en ningún otro hay salva­ción; porque
no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres
en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11,12)

3. MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESÚS

La Obra redentora del Señor Jesucristo tiene su momento culminante con su muerte y resurrección.
Jesús pagó el precio de nuestra salvación
dando su vida por nosotros, su sangre derramada es lo único que puede
limpiar el pecado de la humanidad.

Creemos lo que enseña la palabra de Dios: Que Cristo resucitó de los muertos,
  “…y si Cristo no resucitó vana es nuestra fe” (1 Corintios 15:13,14).
El mismo Señor anunció su resurrección, cuando dijo: “Destruid este templo,
y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19; 10:18).

4. EL EVANGELIO

Son las Buenas Nuevas de salvación, manifestadas a través de la vida,
muerte y resurrección de Jesucristo (1Corintios 15:1-4). Estas Buenas
Nuevas provienen del cielo y fueron  prometidas en las Sagradas Escrituras
(Romanos 1:1,2). El Señor Jesucristo fue el primero en anunciar el
Evangelio, dice la Escritura: “…Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio
del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios
se ha acercado; arrepentíos, y creed en el Evangelio” (Marcos 1:14,15).


Su contenido es glorioso, el apóstol Pablo lo llama “Las inescrutables riquezas
de Cristo” (Efesios 3:8), y escribió en una de sus cartas pastorales: “...
la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador
Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por
el evangelio” (2Timoteo 1:9-10).

5. LA IGLESIA

    La iglesia está formada por todos los que creen en el evangelio de Jesucristo,
y obedecen sus mandamientos, éstos conforman el cuerpo de Cristo aquí en la
tierra, (Efesios 5:23; 1Corintios 12:27).

El Señor Jesús hablando con el apóstol Pedro le dijo: “… Sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”
(Mateo 16:18). En la ciudad de Jerusalén, el día de Pentecostés, diez días
después de la ascensión del Señor, los discípulos de Jesús estaban reunidos
y fueron todos llenos del Espíritu Santo y bautizados en el nombre del Señor
Jesucristo…” Con este acontecimiento comenzó la iglesia del Señor, como
una verdadera comunidad de fe (Hechos 2:42; 1Timoteo 3:15).

6. ARREPENTIMIENTO Y CONVERSIÓN

El arrepentimiento genuino es el acto de volverse a Dios reconociéndose pecador
(Isaías 55:7; 1Juan 1:8,9), como resultado de esto proviene la conversión en la
cual la persona se convierte en una nueva criatura, participando de la naturaleza
de Dios (Hechos 3:19; 2Corintios 5:17).

Juan, el Bautista, predicó el arrepentimiento, Jesús lo declaró y los apóstoles
insis­tieron en ello, tanto a los judíos como a los gentiles (Hechos 2:38; 11:18; 17:30).
La palabra “arrepentimiento” viene de varias palabras griegas que significan
cambio de puntos de vista y de propósitos, cambio de corazón, cambio de actitud,
cambio de vida, transformación y cambio de mente. Jesús dijo: “...si no os arrepentís,
todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3).
Lucas 24:47 dice: “Y que se predicase en su Nombre,
el arre­pentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzan­do desde Jerusalén”.

7. BAUTISMO EN AGUA EN EL NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO

La manera bíblica de bautismo es por inmersión, y es sólo para los que se
han arrepentido, habiéndose apartado de sus pecados. Debe ser
administrado por un ministro del evangelio debidamente autorizado y en
el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, según Hechos de los Apóstoles
2:38; 8:16; 10:48; 19:15; obedeciendo y cumpliendo así Mateo 28:19.

8. BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO

Juan el Bautista dijo: “...Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11).
El Señor Jesucristo declaró: “...vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días” (Hechos 1:5).

El Espíritu Santo se evidencia con la experiencia de hablar en otras lenguas,
según el Espíritu Santo de que hablen. “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo y
comenzaron hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”
(Hechos 2:4); dando cumplimiento de esta manera la profecía de Joel referente
al derramamiento del Espíritu Santo (Joel 2:28).

Pedro, explicando esta experiencia, dijo: “... habiendo recibido del Padre
la promesa del Espíritu Santo ha derramado esto que vosotros veis y oís
(Hechos 2:33), “...Porque para vosotros es la promesa, y para vues­tros hijos,
para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:39).

9. SANTIDAD DE VIDA

Una vida santa debe caracterizar a todo hijo de Dios, debemos vivir según el ejemplo
dado en las Santas Escrituras (1Tesalonicenses 5:23).
El escritor a los Hebreos nos exhorta: “Seguid la paz con todos y la santidad,
sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).

De igual manera el apóstol Pedro: “Sino, como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;porque escrito está:
Sed santos, porque yo soy santo.  Y si invocáis por Padre a aquel que sin
acepción de persona juzga según la obra

de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir,
la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero
sin mancha y sin contaminación (1 Pedro 1:15-19).

Toda programación o actividad que sea contraria a la palabra de Dios es desaprobada por
completo, especialmente la música y las diversiones

inmorales (1Tesalonicenses 5:22; Marcos 9:43; 1Timoteo 5:22; Filipenses 4:8,9). Se debe
hacer uso adecuado de los medios de comunicación, sobre todo los de audio y video.
Los creyentes deben guardarse de participar en chismes y conversaciones insanas las cuales
dañan la unidad del pueblo de Dios (Efesios 4:3; 1Corintios 15:33; Proverbios 6:16-19).

Exhortamos a las hermanas abstenerse del corte de cabello, uso de maquillajes y pantalones.
Que su vestuario sea con pudor, modestia y decoro (1Corintios 11:15; 1Timoteo 2:9,10).
Los hermanos deben usar corte de cabello, vestuario y comportamiento varonil, como
corresponde a hombres santos (1 Corintios 16:13).

10. SANIDAD DIVINA

El primer pacto que el Señor hizo con los hijos de Israel, después de librarlos de Egipto, fue un pacto
de sanidad. El Señor dijo: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto
delante de sus ojos, y dieres oído a sus manda­mientos, y guardares todos sus estatutos,
ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová
tu sanador” (Éxodo 15:26).

El sufrimiento sustitutivo del Señor Jesucristo nos liberta de toda enfermedad,
“…Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias”
(Mateo 8:17; 1 Pedro 2:24).

En todo esto vemos, que la sanidad divina del cuerpo está en el sacrificio de Cristo.
Jesús dijo a los creyentes: “...sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”
(Marcos 16:18).  Más tarde, Santiago escribió en su carta a todas las iglesias:
“¿Está alguno enfermo entre voso­tros? Llame a los ancianos de la
iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el Nombre del Señor. Y la oración
de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados. Con­fesaos vuestras ofensas unos
a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.  La oración eficaz del justo puede mucho”
(Santiago 5:14-16). Todas estas promesas son para la iglesia de hoy.

11. LEVANTAMIENTO DE LOS SANTOS

Creemos que se acerca
el tiempo de la aparición
del Señor;
entonces los muertos
en Cristo se levantarán y nosotros
los que quedamos seremos Arrebatados 
con ellos a encontrar
al Señor en el cielo
(1 Tesalonicenses 4:13-17;
1 Corintios 15:51-54;
Filipenses 3:20,21; Hechos 1:11).

12. DIEZMOS Y OFRENDAS

Creemos que el diezmo, las ofrendas y las primicias es
 el plan financiero de Dios para proveer para su Obra. 
El diezmo vino con la fe bajo Abraham; Moisés lo ordenó y el pueblo
de Israel lo practicó; Jesús lo aprobó (Mateo 23:23) y Pablo habló
de que el que trabaja para el evangelio, viva del evangelio.
No debemos robar a Dios de su porción; es decir, de los diezmos
y las ofrendas (1Corintios 9:13,14; Hebreos 7:8;
Malaquías 3:8-10; Deuteronomio 12:6).

 

 

Y recuerda 
SOMOS "UNO" EN JESUS

 

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

 

 
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